Noticia18/05/2022

Paqui Cabello: «Queda esperanza, queda alegría, queda ilusión»

Entrevistamos a Paqui Cabello, directora de la casa de acogida para enfermos de sida Colichet, cuando dan comienzo los actos conmemorativos del aniversario del centro bajo el lema “30 años sembrando amor”

Después de tanto tiempo, ¿qué queda de aquella casa que abría sus puertas en 1.992?

Quedan cosas muy bonitas, muchas historias de superación, de vidas que se reconstruyen. Quedan también muchas familias unidas, mucho cariño, mucho dolor, aprendizaje. Queda la forma de trabajar y de cuidar que nos han legado las Hijas de la Caridad, la cercanía, el tú a tú, el respeto, la dignidad, oraciones, risas y celebraciones. Además de todo esto, queda el personal que se ha enamorado del proyecto y continúa hoy por hoy. Quedan nuestros hijos, nuestros amigos, los voluntarios; incluso quedan las piedras que formaban el muro del patio y que se han utilizado para rehabilitar el centro y para rodear los árboles de nuestro jardín. Quedan cosas muy bonitas: quedamos nosotros, quedan ellos, queda esperanza, queda alegría, queda ilusión.

¿Los avances en el tratamiento de la enfermedad han cambiado la razón de ser del centro?

Podemos decir que la casa ha ido evolucionando para adaptarse a un perfil muy diferente. Ya no recibimos, como antes, a personas que vienen a bien morir en nuestro centro, sino que vienen a recuperarse y a ponerse fuertes para continuar con una nueva vida. Esa nueva vida, a veces, continúa en el propio centro, pero con una mejor calidad que la que podrían conseguir fuera. Otras veces es un empujón para que continúen su historia de manera independiente, pero siempre unidos, porque intentamos crear un sentido de pertenencia, pero desde la libertad.

En todo este tiempo, seguro que muchas historias han marcado tu vida y la de otros muchos trabajadores y voluntarios.

Hay historias muy bonitas escritas en Colichet por personas que han pasado por aquí y han construido sus vidas, las han redirigido y han empezado de nuevo; quizás no tantas como desearíamos, pero sí hay pequeñas historias de grandes superaciones. Nada más que por eso, ya merece la pena seguir día tras día haciendo lo que hacemos. Muchas de estas historias han marcado mi vida y me han hecho ser quien soy hoy en día. Historias de personas muy rotas, a las que he tenido que acompañar en sus últimos días; sus manos son las de amigos que se van, formando lazos que llegan a ser a veces más fuertes que entre la propia familia.

Valoro también mucho el testimonio de nuestros voluntarios, personas con una calidad humana excepcional, que se dan hasta el límite. Basta con mandar un mensaje de auxilio y aparecen cuarenta para ayudarte. El cariño que transmiten, la dedicación incondicional, el «llámame para lo que necesites», el «¿cuándo empezamos?» … Ellos siempre están ahí, incluso en la pandemia, superando el miedo y todo lo que hemos tenido que pasar, mucha gente apostó por nosotros y quiso echarnos una mano, pese a todo lo que ha supuesto para las personas mayores. Su trabajo en la casa es esencial, imprescindible.

¿Cómo vais a celebrar este aniversario?

Después de dos años cerrados a todo tipo de celebraciones y contactos externos para proteger a los residentes, dada su vulnerabilidad ante la enfermedad, para mantenernos libre de COVID en todo momento, hemos decidido que ya es hora de abrir nuestras puertas y volver a la vida. Este aniversario va a ser muy especial y vamos a vivirlo a lo largo de todo el año con distintas actividades que iremos contando. La primera de ellas será el jueves, 19 de mayo, que el sacerdote Fermín Negre ofrecerá una ponencia en clave de reflexión con el título “¿Hacia donde nos mueve el espíritu?”. El viernes, 3 de junio, disfrutaremos de una jornada de convivencia, donde podremos compartir los momentos vividos y no vividos durante estos dos años. Comenzaremos a las 11.30 horas con la celebración de la eucaristía.

¿Cuáles crees que son los principales retos que os depara el futuro?

El primero de ellos sería seguir dándole a la casa ese sentido espiritual y de acogida, algo que las religiosas sabían hacer muy bien. Y también continuar con el proyecto, porque tras su marcha nos hemos quedado un poco desvalidos, huérfanos en ese sentido. Ahora estamos intentando replantear el proyecto y resurgir con fuerza.

Otro de los retos sería darle un giro al centro y abrirlo a otros perfiles, a otro tipo de enfermos, a otras necesidades sociales a las que nadie da respuesta. Las nuevas instalaciones y el personal están preparados para ello. Como centro, creo que podemos aportar mucho a la sociedad y seguir ofreciendo a los más pobres una atención integral. Porque tenemos entre manos una responsabilidad muy grande y porque los pobres merecen lo mejor, tenemos que prepararnos para hacer nuestra tarea de la mejor manera posible, siempre con ese cariño, ese carisma que nos caracteriza, pensando siempre en ser símbolos de esperanza, de alegría, de vida y de amor, porque en definitiva eso es Cáritas.