Álvaro Dawid: «En Colichet me he encontrado con el Señor en lo cotidiano, en lo más pequeño».
¡Hola! Me llamo Álvaro, tengo 25 años y soy seminarista.
Todos los veranos, a los seminaristas nos envían a un centro o a una parroquia a prestar un servicio pastoral, y yo este año he tenido la gran suerte de ir a Colichet, en Churriana. Ha sido una experiencia maravillosa, la verdad.
Empecé el 30 de junio y el viernes 25 de julio terminó mi estancia allí. De lunes a viernes he estado durmiendo en el centro y luego, los fines de semana, me iba a casa. He tenido la suerte, el regalo, de poder compartir la vida, el día a día, con los trabajadores y con los acogidos de Colichet.
«Me he sentido acogido y acompañado»
Colichet es como una familia. No lo digo por decir, sino porque realmente es así. Desde el primer momento me he sentido muy acogido, muy acompañado y como en casa, sinceramente.
Ha sido una experiencia muy bonita y muy de Dios porque efectivamente ves cómo el Señor, cómo la Iglesia acompaña a aquellos de los que nadie se acuerda. A los más pequeños de los más pequeños.
Me ha sorprendido poderosamente la capacidad y la alegría con la que los trabajadores y los voluntarios, día a día, van acompañando a estas personas. Desde las tareas más cotidianas —levantarse, comer, ducharse— hasta lo más humano y personal, que es charlar, escuchar cuando alguien lo necesita, y sobre todo el sentido del humor y la alegría que hay. Sacan una sonrisa y miran todo con alegría, a pesar de la dificultad.
Las personas que viven en Colichet vienen de situaciones muy complicadas, de vidas muy duras. Y no solo he podido aprender de los trabajadores y de los voluntarios, sino también de los propios residentes. De su alegría, de su esfuerzo. Porque algunos están muy enfermos y, día a día, ahí están: se esfuerzan, se esmeran. Son muy buena gente.
Un encuentro con el Señor
Ha sido una experiencia maravillosa, en la que me he encontrado con el Señor cada día, de la manera en la que Él siempre se manifiesta: en lo más cotidiano, en lo más pequeño.
Poder vivirlo ha sido un regalazo por el que le doy muchas gracias a Dios. También al seminario, que ha facilitado que yo pueda venir aquí este verano.
Si se puede, si se tiene la oportunidad, si se tiene tiempo a lo largo de la semana, recomiendo venir a este centro. Ya sea como voluntario, o un día de visita, para conocer esta realidad, esta labor que hace la Iglesia, que es sin duda impresionante y muy bonita.
Y esto es lo que os puedo contar.
Un saludo a todos.
Álvaro Dawid.
Foto: Álvaro (con polo marrón) en Colichet, con un grupo de residentes