Análisis y reflexión28/04/2025

Francisco, el papa de los pies sucios

El director de Cáritas Diocesana de Málaga, José Miguel Santos, reflexiona sobre algunas de las enseñanzas que nos ha dejado el papa Francisco

En estos días buscamos alguna imagen de Francisco, un subrayado de alguno de sus textos, una frase de una de sus encíclicas, uno de sus gestos con un significado profundo. Incluso, en las indicaciones de su testamento sobre el funeral, no se han dejado de percibir las intenciones de Francisco. Por lo que seré poco original y añadiré algunos de los acentos que busqué en estos días, con los que rezar y discernir, por donde uno peregrina.

Algunos de los novicios jesuitas cuentan que, mientras Bergoglio fue su formador, les enviaba a las villas miseria de Buenos Aires. A la vuelta les preguntaba: “¿Cómo le fue por la villa?”. Mientras les relataban todo lo que habían hecho y las personas con las que se habían encontrado, él les miraba los pies. En más de una ocasión, tras escucharlos, le sentenció a alguno: “¿Dices que has estado en el barrio? ¡Si hubieras estado allí, traerías los pies sucios”. El tema de ensuciarse, por estar en contacto con la realidad, ha sido algo permanente en sus enseñanzas, por eso nos llama a ser “una Iglesia […] manchada por salir a la calle”.

La vida es misión

En una de sus muchas audiencias, el Papa recordó algo que para él era clave: “Hay que pasar de hacer cosas ‘para’ los pobres a hacerlas ‘con’ los pobres”. Es en ese encuentro donde se pone en juego nuestro ser y nuestro hacer, como personas y como Iglesia. Tal vez sea más efectivo y directo una actuación que obvie el encuentro, el diálogo con el otro. Desde una visión vertical, todo es más directo. Movidos por el paradigma tecnocrático nos olvidamos del encuentro, donde el ritmo lo marca lo humano y no la herramienta (la metodología o la técnica). El “con” es una llamada a lo horizontal, a la paciencia, a la escucha, al caminar juntos. Anular a la otra persona, negar que tiene una palabra sobre su propia vida, pensar que nada puede aportar no es prestar una ayuda, tal vez, es lo más contrario a su dignidad.

Capacidad de integración

Una de las claves más presentes en la vida de Francisco es su capacidad de integración. Las tensiones y las paradojas más allá de ser contradicciones encierran una fuente de testimonio. Pasó de ser sacerdote a ser obispo, de ser obispo a ser papa, y, quienes más le conocen, reconocen siempre a Bergoglio. Porque, para Francisco, la vida es misión. Más allá de parcializar, especializar, compartimentar, nos llama a integrar. No se es cristiano por horas, o a determinadas horas. No se ficha a la entrada a misa y después de salir de misa. No se es cristiano en el templo, y se deja de serlo en la oficina. No se es cristiano con los bautizados, y se deja de serlo con el vecino. No sé es cristiano en las tareas pastorales y se deja de serlo en la economía. Los pecados lo son en el confesionario, y en mi relación con el compañero de trabajo. Por eso no dejó de recordar que “ la vida es misión”, donde “el compromiso con el mundo no es una distracción” en el ser cristiano. “La misión es algo que no podemos arrancar de nuestro ser”, los dolores y los gozos, las esperanzas y las tristezas de este mundo ni son ajenos ni dependen del momento del día para hacerlos tarea. Una vida que es misión, y no que se parcela en tareas parciales. Para Francisco, el todo es superior a la parte, a la parcelación.

Cercanía con la realidad, encuentro con el otro, integrar la vida, una vida que es misión y una vida para los demás. Y, todo, pasándolo por el Señor. Como decía otro jesuita, el reino es lo que no nos deja descansar y Dios aquel en quien descansamos.

 

Por José Miguel Santos, director de Cáritas Diocesana de Málaga