Análisis y reflexión18/07/2022

Editorial: No deberían existir vallas

El editorial de la revista Utopía aborda el drama humano de la inmigración a raíz del fallecimiento de decenas de subsaharianos en Nador en el mes de junio.

Todos los hombres y mujeres de bien nos sentimos impactados por la noticia y las imágenes de la muerte de una treintena de migrantes subsaharianos hace varias semanas en Nador, junto a la valla de Melilla. El Papa Francisco en la alocución antes del Ángelus del domingo siguiente a la tragedia decía: «No deberían existir fronteras», expresando así su cercanía a las víctimas de esta brutal represión. Pero las fronteras existen. Separan países, culturas, etnias y continentes. Costuras artificiales sobre la piel de nuestro planeta que impiden a las personas ejercer el derecho de libre circulación recogido en la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU.

Rechazo a los empobrecidos

No deberían existir vallas, pero allí están, como expresión del miedo y el rechazo a los empobrecidos de la tierra, que se perciben como una amenaza a nuestro confort y hedonismo occidental. Los agentes de seguridad, sin duda, tienen sus principios y sentimientos, pero tienen que actuar según ordenes de los gobiernos de turno que se justifican en el bien común; ordenan reprimir, rechazar, controlar e impedir que los ilegales, según ellos, no logren sus sueños.

No deberían existir mafias que trafiquen con seres humanos, aprovechándose de los sueños de libertad y el derecho a una vida más digna de los pobres de la tierra; pero existen y se mueven solo por el afán de lucro y teniendo la extorsión y la corrupción como herramientas de mercado. No deberían existir gobiernos insolidarios e insensibles a las situaciones de pobreza, hambrunas, guerras y desastres naturales en otras regiones del planeta, pero existen. Seguramente preocupados por los graves problemas de sus países, están condicionados por las exigencias de las multinacionales y las estrategias geopolíticas que les impiden incluso cumplir con la aportación del 0,7% de sus presupuestos para programas de desarrollo en las periferias del mundo.

Pero afortunadamente sigue existiendo también la solidaridad de muchos y el rechazo a la injusticia, cada día más. Muchas personas y ONG, indignadas por tanto maltrato, no callan ante estos atropellos y han levantado su voz, organizando marchas, encuentros y concentraciones como expresión de solidaridad. También la Comisión Arciprestal de Cáritas de Melilla se unió a una plataforma cívica de la ciudad para una concentración, vigilia y posterior Eucaristía bajo el lema: LAS VIDAS NEGRAS IMPORTAN. Las Cáritas Parroquiales de Melilla, junto a los religiosos y religiosas de la ciudad, acompañan cada día a estos hermanos nuestros, que después de una larga travesía llena de vicisitudes y de permanecer meses -incluso años-, en el monte Gurugú, logran poner pie en la tierra de promisión. Da comienzo entonces para ellos un nuevo calvario de exclusión y marginalidad que la Iglesia de Melilla intenta paliar.