Noticia23/10/2025

Carta desde la Fe: Sin hogar, pero con sueños

El Sr. obispo, D. José Antonio Satué, comparte su reflexión con motivo del Día de las Personas sin Hogar

Queridos diocesanos, hermanas y hermanos de Málaga y Melilla:

El acceso a una vivienda digna se ha convertido en un problema gravísimo para muchas personas y familias. Hace poco, un profesor universitario me confesaba que, pese a contar con un salario estable, había renunciado al sueño –largamente acariciado– de adquirir una vivienda. Del mismo modo, una amiga compartía su angustia al no encontrar un piso cuyo alquiler no superara su sueldo mensual. Si esta es la realidad de muchos que llevan una vida aparentemente “normalizada”, ¿cómo será entonces la de tantos hermanos y hermanas empobrecidos? El director de Cáritas Málaga contaba su encuentro con una persona conocida que quedó en la calle, a raíz de una enfermedad: la invitó a tomar un café y esta rechazó la propuesta, diciendo: «Gracias, pero no quiero que me veas así».

Cáritas nos invita a mirar con profundidad y ternura la realidad de quienes habitan nuestras calles. Son hombres y mujeres con historias, vínculos, emociones y sueños silenciados: personas que, a pesar de trabajar, no pueden acceder a una vivienda; jóvenes extutelados que, al alcanzar la mayoría de edad, se enfrentan a la exclusión; migrantes, víctimas de violencia, mayores sin red familiar, personas con problemas de salud mental o adicciones… En 2024, Cáritas acompañó a 917 personas sin hogar en Málaga y Melilla, y constató cómo el “sinhogarismo” se prolonga en el tiempo: el 13% lleva más de cinco años viviendo en la calle. Esta situación no supone solo un problema de pobreza material; significa no tener acceso a salud, protección social y participación comunitaria. De hecho, el 52,7% de las personas sin hogar en Málaga no están empadronadas, lo que les impide acceder a prestaciones básicas.

La fe nos impulsa a transformar la realidad desde el amor y la justicia. Por ello, como Iglesia, además de exigir a las administraciones políticas eficaces que garanticen el derecho a la vivienda para los jóvenes y sus familias, nos unimos a las propuestas de Cáritas para aliviar el dolor de quienes viven en la calle: facilitar el empadronamiento incluso en ausencia de techo; crear recursos para familias con menores; garantizar atención a solicitantes de protección internacional; ampliar el Programa +18; mejorar la atención en salud mental; asegurar recursos tras altas hospitalarias; reforzar los servicios sociales, coordinar administraciones y establecer mecanismos de participación para las personas sin hogar.

No basta con ofrecer asistencia: debemos abrir caminos de inclusión, donde cada persona pueda desarrollar su proyecto de vida. ¡Ojalá nuestras comunidades cristianas puedan ofrecer a tantas personas sin hogar el cariño y, cuando sea posible, el techo que precisan! Que el Espíritu nos mueva a la compasión activa, al compromiso concreto y a la esperanza compartida; porque nadie debería vivir sin hogar y todos los hombres y mujeres merecen vivir con dignidad.

Recibid un saludo muy cordial en el Señor.